Recordando a las Grandes: Yolanda Vargas Dulche
Por: Juan O.
A mediados de la década de 1940 la historieta mexicana inicia su incursión en el melodrama. En este momento aparece "Cumbres de ensueño", novela por entregas insertada en las últimas páginas de "Pepín", junto con "Chamaco", las dos historietas más importantes de la década. Juan Carlos Aurrecoechea y Armando Bartra, los dos historiadores más importantes de la historieta mexicana señalan que "En Cumbres de Ensueño cunden los niños pobres abandonados a las puertas de elegantes residencias y no falta la variante inevitable: el bebé ilegítimo de la niña rica recogido por una humilde mujer del pueblo. Los hijos de las pasiones insolventes o apresuradas terminan creciendo en familia ajena y permiten explorar las múltiples posibilidades del incesto" (págs. 353-354).
A "Cumbres de Ensueño" seguirá "Rutas de Emoción", editada por "Novedades", uno de los periódicos más importantes de la década. En ella participa por primera vez como argumentista Yolanda Vargas Dulché. Los mismos autores señalan: "En Rutas de Emoción se publica por primera vez un argumento de Yolanda Vargas Dulché. Se trata de Ladronzuela, la historia de una harapienta papelera adolescente que se debate entre las travesuras infantiles y la comezón de una incipiente sexualidad. En esta heroína se sintetiza la visión dulcheana del 'alma popular', discutible quizá, pero sin duda llegadora y aclamada. Ladronzuela resulta uno de los episodios más exitosos de Rutas de Emoción, pero el crédito se lo lleva, por el momento, Rosario Sansores" (Aurrecoechea y Bartra, 1994:358).
A ella seguirá Flor de Arrabal (1943) y, más adelante, Alma de Barrio. Dependiendo de los consejos del editor Herrerías -'Si gusta tu argumento es porque lleva la firma de Sansores... No hagas escándalos, que apenas estás empezando'-, la joven Yolanda exige que en lo sucesivo sus guiones se publiquen firmados y, sobre todo, consigue que se le reconozca la maternidad del personaje. Así, Ladronzuela puede seguir habitando en el universo dulcheano cerca de cuarenta años, como la Chispitas de Flor de Arrabal (Chamaco, 1943), como la Estrellitas de Alma de Barrio (Pepín, 1944), y protagonizando uno de los episodios de Don Proverbio (Pepín, 1948)" (Aurrecoechea y Bartra, 1994:358-359). Es decir, Vargas Dulché trasvasa sus personajes de una novela a otra. En 1949 el personaje de "Ladronzuela" se lleva al cine, con Blanca Estela Pavón en el papel estelar. Más adelante se llevará a telenovela, con Macaria y Juan Ferrara.
Más adelante, Yolanda dejará la historieta que la hizo famosa para trasladarse a "Don Proverbio", en donde a partir de 1947 realizará sus trabajos más importanes: María Isabel, Carne de Ebano, Geisha, Rubi, Zarina (antecedente de Yesenia) y Encrucijada.
A mediados de la década de 1950, Yolanda incursiona en la industria con la historieta "Lagrimas, Risas y Amor", que toma en parte su nombre de la alusión simbólica de la tragicomedia griega, representada por dos máscaras: una con semblante lloroso, símbolo de la tragedia; la otra, con una faz sonriente símbolo de la comedia. El nombre es reforzado con las dos máscaras mencionadas que se presentan en la portada. Si queremos especular sobre la alusión de estos dos polos, podemos entender que las historias que se presentan en sus páginas contendrán moemntos en que se derraman lágrimas y otros, por el contrario, donde la risa aflora. En "Lágrimas, Risas y Amor", Vargas Dulché llevará nuevamente las historias que la hicieron famosa en otras publicaciones, a las que añadirá cientos más que fueron seguidas por los lectores ansiosos de seguir las tribulaciones de sus personajes a través de la historieta por entregas.
En 1952 Yolanda Vargas Dulché funda Editorial Argumentos, junto con su marido Guillermo de la Parra, quien también había estado vinculado a la industria de la historieta. Ahí publicaron "Confidencias de un chofer", "Cruz Gitana", "El Libro Unico", "Doctora Corazón" y "Memín Pingüín". Eran publicaciones semanales unitarias, salvo la última y estaban muy en deuda con las novelas de las que ya hemos hablado con Verónica y María Elena. Sin embargo, la historieta más exitosa de Yolanda fue "Lágrimas, Risas y Amor", en la que repitió las historias que anteriormente había dado a conocer: "Ladronzuela", primera mugrosa que se enamora del Pygmalion que la lleva a su casa; "María Isabel", trabajadora doméstica enamorada en secreto del viudo, rico y atractivo patrón. Ambas tienen final feliz, aunque no están exentas de obstáculos e intrigas.
Siguieron "Zorina" y "Yesenia", que narran las tribulaciones de gitanas provenientes de tierras extrañas y enamoradas de "occidentales". "Geisha" y "El pecado de Oyuki", geishas que transgreden los dictados de la cultura japonesa al enamorarse de ingleses. "Rubí", la devoradora de hombres (una de las primeras en la telenovela mexicana, pues sus andanzas datan de los inicios de la década de 1960). También es autora de "Encrucijada", "El atardecer de Ana Luisa", "Umbral", "Noche", "Gabriel y Gabriela", "Rarotonga" y "Tengo que partir", entre cientos de historias cuyos nombres escapan de mi memoria.
Contrario a lo que pudiera pensarse, Yolanda nació y creció en la ciudad de México en el seno de una familia de clase media. Su padre hubiese querido que estudiara la carrera de odontología, pero a ella siempre le gustó contar historias dirigidas al pueblo. ¿Por qué? Ella misma lo contesta en un artículo que escribió hace más de veinte años:
"Escogí a estos últimos y a este género literario tan atacado y criticado principalmente por personas que aseguran amar al pueblo, pero no hacen nada por él: ni siquiera entretenerlo. Decidí convertirme en una escritora de alcance popular; llegar a las masas hablando su mismo idioma y plasmando en mis novelas sus propios sentimientos. Transmitir mi pequeño mensaje al humilde campesino y al trabajador obrero. Llegué hasta ellos en sus más escondidos refugios: en lo alto de la sierra y entre las intrincadas maquinarias de una fábrica. Y de las manos callosas, sucias por la tierra o por aceite, ascendí a las perfumadas manos de las secretarias; a las incansables de una ama de casa o a las hábiles de un médico que entre consulta y consulta se divierte con "Memín Pingín". He logrado lo que me propuse; divertir al público y distraerlo, aunque sea unos minutos, de su cansada vida cotidiana".
"Las cartas y comentarios que recibo de personas en todos los niveles sociales, me dan la conciencia de que soy leída por muchos; al gozar de sus simpatías siento dentro de mí una satisfacción incomparable que psoblemente habría sido muy difícil lograr si me hubiera dedicado a escribir "en serio". Me "acusan" ahora de que con la historieta he logrado una desahogada posicion económica. Lo hacen ahora pero me ignoraron ayer, cuando trabajaba como una asalariada"
"En mis novelas nunca he hecho la apología del crimen, ni del robo, ni de prostitución, ni de vicio, ni de la mentira. He tratado de ensalzar las virtudes humanas en un afán de perfeccionamiento y de contribuir a superar muchas debilidades y frustraciones. El mal recibe su castigo y el bien triunfa invariablemente".
"Me gusta la historieta porque a través de ella me comunico con mis semejantes y logro, en forma modesta, pero real, llevar una sonrisa, un consejo o un instante de felicidad".
¿Qué es la historieta para mí? Es el medio que me une a mis semejantes, el eco de una inquietud vibrante de una clase social que no tiene forma de expresarse; la interpretación de sus sueños y esperanzas, la risa espontánea y sincera, la lágrima y el suspiro de una mente atormentada; las ansias de los desarraigados que buscan una luz y una satisfacción mínima enmedio de su existencia llena de angustias. Esto es la historieta para mí".
De las entregas anteriores sacamos algo en claro sobre la trayectoria de Yolanda y sobre por qué selecciona la historieta como medio de comunicación y de expresión. También queda claro por qué selecciona el melodrama, un género entonces pensado para las clases populares, que desde finales de la década de 1930 encuentra en la historieta su máxima expresión. Posteriormente lo encontrará en el cine, el radioteatro y la radionovela, el teleteatro y la telenovela. En este contexto comprendemos también el que Yolanda haya participado en la adaptación de sus argumentos a telenovela.
También hace sentido que sus heroínas (de "Lágrimas, Risas y Amor") sean personajes populares que ríen, lloran, sueñan y desean cumplir sus anhelos. Si seguimos detalladamente la evolución de estos personajes, vemos que marcan la trayectoria señalada por Yolanda en sus escritos: primero son netamente poplares ("Ladronzuela", María Isabel", las gitanas); luego se dirigirá a las secretarias y a las amas de casa, a través de personajes como los de "Encrucijada" o "El atardecer de Ana Luisa", entre muchos otros que nos muestran situaciones de interés para estos públicos. Pero también están presentes el arrabal y la prostitución (con su correspondiente final feliz) que tan bien puede retratar, puesto que son característicos del México de 1940 en adelante, que ella conoce tan bien y delinea en sus personajes.
Asimismo, entendemos la lógica del "final feliz", del castigo y la recompensa. Algunos de sus argumentos fueron adaptados a telenovela porque justamente respondían a las características del género. Su muerte repentina en agosto de 1999 impidio que continuase su trabajo en un momento en que la telenovela iba para arriba mientras la historieta por entregas iba en franco declive. De hecho, desde los primeros años de la década de 1990 "Lágrimas, Risas y Amor" se había convertido en "Lo mejor de "Lágrimas, Risas y Amor", una repetición textual de sus mejores trabajos y Editorial Argumentos pasó a ser una filial de la historieta mexicana como alguna vez lo fue en México la Editorial Novaro.
Algunas historias de Yolanda adaptadas a telenovela:
María Isabel (1966)
Rubí (1968 y 2004)
Encrucijada (1970)
Yesenia (1970 y 1987)
Yara (1979)
Gabriel y Gabriela (1983)
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