La tensión sexual en las telenovelas

Posted on 10/14/2009 by Ego



Por Juan O.


“Mi Bella Genio” (I Dream of Jeannie),una serie muy popular de los 60’s que trataba de un astronauta de la NASA (Larry Hagman)que se encuentra en una botella abandonada, a una genio milenaria (Barbara Eden), dispuesta a concederle todos sus deseos. Como todas las series de esa época era “light”, ingenua y previsible. Sin embargo, la serie fue perdiendo paulatinamente su gracia. Se volvió repetitiva, cargante y tediosa. Uno sabía lo que iba a pasar. Los productores conscientes de la frustración de la audiencia, intentaron salvar el show con un golpe magistral: casar a los protagonistas y comenzar desde cero.


Con esto se resolvía y desaparecía el máximo cliché de la serie, el que cada vez que ocurría algo sobrenatural, los secundarios ignorantes de la existencia de la genio, pensasen que el Mayor Nelson estaba loco y había que recluirlo. Ahora se sabía que él tenía una cómplice (aunque se desconocían sus orígenes y poderes) y que ya no estaba hablando u obrando solo.
Realmente, la serie tomó otro giro, y por lo menos para mí, se volvió más interesante, sin embargo poco después fue cancelada. El rating había bajado inmensamente y la razón fue que el matrimonio destruyó la tensión sexual en la que se basaba la serie.


Pensando en este tema, me di cuenta que la telenovela, que como la obra literaria victoriana se apoya en ardores clandestinos e inconfesables, ha utilizado y abusado de la tensión sexual. Y la pregunta es ¿se sigue haciendo? ¿Todavía funciona? ¿Y cuando es licito este recurso y cuando ya resulta intolerable?
Por ejemplo, un primer caso de “bestseller telenovelero” fue la primera versión Corazón Salvaje hecha mediados de los 60´s. Corazón Salvaje es la obra más pasional de Caridad Bravo Adams, pero parecía frustrante y absurdo que Mónica siendo ya una mujer casada no tuviese relaciones con su marido, sobre todo cuando ya nos habían mostrado a Juan como un ser muy sensual, revolcándose en una hamaca con Aimee, e intentando consumar su matrimonio a la fuerza. De todos modos éramos presa del recurso de “tensión sexual”, sin ver que la grandeza de la historia es esa luna de miel llena de “noches blancas” en la que Mónica aprende a amar y a desear al pirata con el que se ha casado.

Curiosamente, Corazón Salvaje no era la única telenovela que explotaba este medio en esa época. Muchacha Italiana Viene a Casarse estaba basada en una sola pregunta que obliteraba todos los misterios góticos que podía albergar el Palacete de los DE Castro: ¿Cuándo se rendirá Valeria? Porque todos los intentos del malévolo héroe por violar, chantajearla en convertirse su amante, y declararle su amor hasta el punto de inventarle un futuro juntos, a la pobre e inculta sirvienta napolitana se estrellaban contra la virtud petrificada de Valeria Donati. Lo más excitante, era que Valeria, luego de sobrevivir incólume a esos asedios, confesaba con gran sinceridad que se moría de ganas de encamarse con el “Giovanni Francesco” y que cada vez se sentía más débil.

Ambas,
Corazón Salvaje y Muchacha terminaban con heroínas vírgenes, aunque casadas y aparentemente dispuestas concederle sus derechos a sus esposos, pero como no llegábamos a ver eso, se podía argüir, que el embrujo de ambas novelas se basaba en el buen uso de la famosa “tensión sexual”. ¿Pero funcionarían ambas premisas en estos días? De hecho Muchacha no ha sido refriteada (un intento que en nada se parecía al original, llamado “Victoria” fue un fracaso en los 80’s). Por otro lado, la penúltima versión de Corazón Salvaje (probablemente la mejor novela que se haya hecho en México) modificó el manejo de la “tensión sexual”.

Repasemos el esquema de la “pasión” en Corazón Salvaje. Como se ha vuelto costumbre en los refritos, la historia inicia en un pasado que va mas lejos del argumento original que nos presentaba a Juan y Aimee como amantes adúlteros. En cambio en la versión del ‘93, vemos a Juan y Aimee cuando se enamoran y aman aun siendo libres, y los motivos que llevan a Aimee a casarse con su primo Andrés. De ese modo el personaje se humaniza, se dulcifica, y nos hace entenderla y casi quererla. Al revés de su hermana Mónica, Aimee es honesta y deshinibida, años de vivir lejos de una madre que prefiere a Mónica, han hecho de Aimee una chica osada e independiente. Sofocada por el tedio de vivir en la villa pesquera de San Pedro, Aimee va a curiosear a la casa de la única persona interesante de los entornos, el contrabandista Juan del Diablo.

Al llegar, Aimee divisa a Juan tomando un baño. El pirata también se sabe espiado y se levanta para que ella admire sus “atributos”. Toda escena, incluyendo el casi desmayo de la encorsetada Aimee me pareció muy chusca y muy poco sexy. En cambio, otra opinión tuve del primer encuentro de Juan y Aimee en casa del pirata. Aunque ambos están perfectamente vestidos, y no llegan a tocarse, su conversación colmada de connotaciones eróticas eleva una energía sensual (ayudada por movimientos que ya parecen bailes de derviche) que forma unas auras de fuego alrededor de ambos que sacan chispas a nuestras pantallas. Toda esa escena es una promesa de culminación que llega en una playa con Juan y Aimee en paños menores sucios de arena y compartiendo un mango a la Tom Jones.

Curiosamente esa últma escena (y otras escenas eróticas entre ambos: Aimee desnuda de la cintura para arriba y de espaldas a la cámara, o ambos claramente haciendo el amor debajo de una sabana de satín dorado) me resultó menos intensa que los primeros cruces entre Juan y Mónica (siempre vestida de monja) como la noche en que el se mete en el cuarto de Aimee y confunde a la novicia con su hermana, o cuando al intentar huir del contrabandista, la religiosa casi se despeña por unas rocas.
La tensión sexual entre Aimee y Juan es reemplazada por la de él y Mónica, que a la vez va siendo acompañada de un descubrimiento de la novicia de este hombre al que al comienzo solo ve como un rufián, y esto la lleva a autodescubrir sus emociones.

Aquí, sin embargo, entra mi opinión personal, yo sentí que después de esa maravillosa descripción de la noche de bodas entre Juan y Mónica, la historia como que se va para abajo, y la tensión sexual desaparece por completo. Todos los personajes decaen y toman planos secundarios, sobresaliendo solamente Andrés que de pronto se vuelve un ente pasional, seduce a la criada, intenta violar a Mónica, etc. ¿Acaso tenían razón quienes sostenían que el suspenso sexual, y por ende magia y misterio de una telenovela, se eclipsa con la descripción de una pasión consumada?



En Yo soy Betty La Fea, Armando Mendoza es una bomba sexual, un Don Juan ninfomano, que ataca cuanta femina se le cruce por el camino. Su relación con la Dra. Valencia ha superado ya la pasión. El la conoce ya por dentro y por fuera, Marcela esta harta de las infidelidades de su novio, aunque esta consciente que ella será la ganadora al final. En eso llega Beatriz Pinzón a EcoModas, el ser menos atractivo y menos sensual de la creación, pero el sexto sentido de Marcela la hace verla como una rival desde el primer instante. Porque Beatriz es “lo Otro”, lo diferente, lo que puede estimular a Armando de un modo distinto al de las amantes a las que esta acostumbrado.
El Dr. Mendoza comienza su seducción de “vampirín” motivado por la necesidad de asegurarse de la lealtad de su cómplice, de la única capaz de delatarlo ante familia y asociados. Este cortejo es tremendamente cómico. El publico se burla de Armando y sus tretas de Don Juan, pero también sufre con el lo ingrato y humillante que resulta enamorar a quien se desprecia como mujer. Esa primera noche es grotesca y chistosa. Pero lo más importante es que Armando resulta tres veces sorprendido: ha sido capaz de responder como hombre con alguien que físicamente le desagrada, descubre que Beatriz no es virgen o sea que algo tiene que tener para haber engatusado a alguien antes, y es aquejado por unos remordimientos fatales.

Todo esto intriga a Armando y poco a poco comienza a ver a Betty como alguien capaz de interesarlo, ya que lo hace cuestionar sus gustos y valores. Todo esto culmina en la escenas más intensas de la novela.
Después de un día lleno de humillaciones, desencuentros y celos, Armando persigue a Beatriz por todo un museo, intentando disculparse. La rabia de quien no esta acostumbrado a pedir perdón, la energía perdida, y los nervios exaltados provocan la pasión de Armando quien lleva a su asistente al departamento de Calderón y terminan haciendo el amor ahora por deseo y no por necesidad.
Desdichadamente, pocos días después Betty descubre la trampa y comienza una venganza contra Armando que incluye negarle su cuerpo, que irónicamente se ha vuelto una obsesión para el Dr. Mendoza. Para cuando Betty delata su jefe y lo expone como el estafador que es, Armando ya tiene conciencia de que la ama y la desea mas que a nada del mundo. Minutos antes de que la Dra. Pinzón abandone Acomoda, Armando le suplica que se quede y hablen, Betty se niega, intenta pasar por encima de el. El la abraza cortándole el paso y casi llorando le grita “¡No se vaya, Mi vida, yo la amo!”, y es un dolor que nos llega porque esta cargado de sensualidad. Justo entra Margarita y los interrumpe.

De esa escena surge un periodo en que la tensión sexual de Armando, se convierte en un tema principal. Armando es incapaz de hacer el amor con Marcela o ninguna otra mujer, en una búsqueda de la autodestrucción vaga por bares buscando peleas, en las que siempre lleva la peor parte. Esos maltratos son. el castigo físico por su torpeza, y también, es un modo de aplacar su cuerpo que clama por lo que no volverá. Esta era una variación de la antigua dinámica del “suspenso sexual”. En vez de anhelar lo desconocido, el sufrimiento y la añoranza son ahora motivados por la carencia y necesidad de lo conocido. Mientras tanto, en Cartagena, Beatriz sufre una metamorfosis paulatina, que afecta su cuerpo y su mente.

Lo normal sería que esta nueva Betty regresase a EcoModas a vengarse del pobre pelele con técnicas de “dominatrix”. Esperábamos ver orgías sadomasoquistas, con Armando arrastrándose como un gusano pidiendo perdón y suplicando los favores de Betty la Ex Fea. EN suma, tensión sexual constante, y desafortunadamente no tuvimos nada de eso.


Aquí no fue culpa de la destrucción de la tensión, ni de su mala utilización. Es que simplemente la tensión sexual desapareció de la última etapa, el énfasis fue en lo burlesco y lo caricaturesco, y la serie como MI Bella Genio se volvió repetitiva e irritante, terminando con esa boda absurda con personajes que desaparecían, y otros se traicionaban a si mismos.

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