Lo que entendemos por mal actor

Posted on 10/04/2009 by Ego


Por: Juan O.

Cada persona tiene un concepto personal de lo que es un mal actor y este puede chocar con el del vecino. Por supuesto está la opinión de los omnipotentes críticos profesionales, pero su dictamen nos vale un gorro la mayor parte de las veces. Como se me ha acusado de ofender a muchos fans, no les daré mi parecer sobre quienes son buenos o malos. Eso se los dejo a ustedes. Cuéntenme quien les parece que actúa mal en las telenovelas y porqué.


Lo que si voy a plantear son algunas peculiaridades que generalmente identifican al mal
actor.
1. La inexpresividad. O sea falta de expresión emotiva. La inalterable “cara de póker”. Aun así, hubo una época que la mayoría de los galanes de Televisa (e.g. Enrique Lizalde, Enrique Rocha, y otros) eran reconocidos por ese rasgo y eso no los hacía perder ventaja en frente de otros actores menos impasibles.
2. Lo contrario, la excesiva dramatización, los gestos exagerados (como Orlando Carrió en Mi Destino Eres Tú) . Este rasgo viene a veces conectado con la experiencia en las tablas. “La “teatralidad” que tan bien funciona en el escenario no se traduce todas las veces a la pantalla chica. Por eso no creo que una larga trayectoria teatral asegure una buena actuación televisiva.
3. El buen actor en un papel equivocado. No hay actor, por versátil que parezca, al que le cuadren todos los papeles. Anthony Quinn y Sergio Jimenez, geniales actores ambos, no podrían, ni en su mejor epoca, interpretar a nobles húngaros o a galanes deportistas.
4. El mal actor que tras mucho esfuerzo se supera: Aquí caen muchos, porque aunque me insulten, Ana Colchero en sus incios era un desastre, Itati Cantoral , una insoportable, y Guillermo Capetillo, un torpe que se movía como momia y declamaba como un chico asustado en el evento del colegio. Hoy en día, hay pocas actrices que superen en talento y versatilidad a Itatí y Ana. En cuanto a Memo, se ha convertido en un actor sobrio y hábil, amen de un hombre guapísimo
5. El actor sin “range” No sé como expresarlo en español, pero es una personalidad que puede cambiar de “look”, puede interpretar papeles variados pero siempre o se retrata a si mismo o sigue personificando a un personaje que le fue grato o le trajo popularidad. Casi no tengo que decir el nombre, ese es el caso de Eduardo Palomo, pero también se aplica a Edith González y a Thalia.


El conflicto es que los papeles que la empresa les ofrece hoy en día caen en cuatro posibilidades Cenicienta/Ceniciento, mugrosita, niño bien y heredera berrinchuda y caprichosa. No todas las Cenicientas son Gaviota o Ana Alvarez de Alguna vez tendremos alas, no todos los ricos son como el Dr. Armando de Betty La Fea , no todas las mugrositas son Xica da Silva, no todos los Cenicientos son violadores como el Pedro Luis de Leonela y no todas las herederas son trillizas como Lucero en Lazos de Amor.
En suma, los buenos papeles escasean y se entiende que actores serios decidan incursionar en el género infantil que les ofrece nuevos desafíos. ¿Dónde más Lety Calderón ha sido madre de adolescentes, Jaqueline Andere un angel andrajoso y Lisette Morelos una diulce monjita lejos de la imagen insulsa e impávida de Alma Rebelde?

Volviendo a estos tres ejemplos, Edith Palomo, Thalia por empezar hay que revisar sus carreras.
Comienzo por Palomo, porque aunque puedan discutirlo, de los cuatro, Palomo es el más talentoso. La habilidad histriónica de Lalito ha quedado demostrada en todos los campos (menos en el canto donde incursionó en un alocado momento de su vida), teatro, cine y telenovela, sin olvidar programas cómicos como ¡No Empujen!
En 1990 Palomo era considerado el actor más prometedor de México, menos en las telenovelas que constantemente le negaban un estelar. El mismo dijo a fines del ‘90 que si no le llegaba el estelar en un año, se retiraba de la televisión. Le llegó precisamente La Picara Soñadora en 1991. Pero antes, ya Palomo había demostrado una gran destreza en múltiples y complejos secundarios como el ingenuo primo Toño del Angel caido, el perverso Gilberto de La Fuerza del Amor, el mimo callejero Claudio en La Casa al Final de La Calle y el pedante Armando de Yo Compró esa Mujer. Cada uno era un mundo
propio , ajeno al personaje anterior y a la personalidad de Palomo. Incluso sus primeros estelares en La Picara Soñadora y Triángulo, aunque personajes adinerados ambos, era diametralmente opuestos. Ahí viene esa interpretación clásica de Juan del Diablo que se ha quedado incrustada en nuestra memoria. De ahí en adelante Palomo interpretó a Juan del Diablo como policía en Morir dos veces, marinero en Huracán e indio del Lejano Oeste en Ramona. El problema de Palomo es que es nunca se sacó el miedo y a Juan de adentro, que no se cortó esa melena y no volvió a ponerse un traje de tres piezas.

El caso Thalia es diferente. Thalia era una linda chica con mucho potencial en el área dramática, pero ella decidió que no era eso a lo que iba. Su sueño se le cumplió (con mucho esfuerzo y por eso es digna de admiración). Ahora es un sex symbol, la cantante más famosa de America Latina y tiene una cuenta millonaria en el banco. Las telenovelas han sido un medio menor para acrecentar su fama y fortuna. Como hace una telenovela cada dos o más años, escoge siempre el mismo papel: la mugrosita (lo hace divino) que se convierte en dama y ese es el momento del drama. Porque es en esa etapa que Thalia se vuelve caricatura con quejidos de parturienta, suspiros que parten el alma y miradas compungidas. ¿Que importa si su público la ama por sobre esas actuaciones dolorosas y cobra sueldo en miles de dólares? Thalia está bien, que Dios le conserve la suerte, pero si alguna vez se harta de ser estrella o el pasar de los años la priva de sus atributos y decide dedicarle tiempo completo a la telenovela, entonces podría escoger papeles más exigentes. Podría incluso buscar equivalentes a los que ha rechazado y que estoy seguro que nos darían una interesante actuación o al menos una Thalia diferente. Me refiero a los estelares del Derecho de Nacer, y La Usurpadora, al refrito de Una Muchacha Llamada Milagros y Cecilia Valdés, que estoy seguro Thalía se vería preciosa en un papel de época.

El caso Edith González es completamente distinto. Edith nunca ha tenido ínfulas de estrella, es una persona que ama su trabajo, que como Palomo ha tenido una extensa carrera histriónica fuera de los sets de televisión, pero mientras acepta desafíos constantemente en otras áreas, prefiere jugar el mismo juego en las telenovelas.
Edith comenzó a los 15 años en Los Ricos También Lloran (1979). Hizo sólo un secundario antes de su primer estelar en Ambición. Sus papeles en los 80’s fueron siempre de adulta (a pesar de estar saliendo de la adolescencia), siempre de buena, siempre de hija de familia acomodada o de clase media. Nada fuera de lo normal (lo más cercano a mugrosita fue en Si, Si Mi Amor, la versión original de El Niño que Vino del Mar). En 1987, Edith se acercó a su primer desafío televisivo con el pael de la villana Leonela en Rosa Salvaje. Lo estaba haciendo estupendamente, cuando al parecer se asustó ante la posibilidad de que este papel afectase su imagen tan querida por sus fans y dejó el papel en
manos de Felicia Mercado.
Dos años más tarde aceptó un desafío enmarcado en el tipo de personaje que ya sabía hacer bien en Flor y Canela. El personaje de Florentina era muy complejo, muy interesante . Supuestamente era buena, pero tenía miedos, inseguridades y caprichos tremendamente humanos. A pesar de que la novela tenía lugar en los 40’s, Florentina era una chica moderna. Edith se veía preciosa, tenía tremenda química con Ernesto Laguardia (estaban saliendo en esa época) y su coestelar Daniela Leites hacía una estupenda mancuerna con ella. Siempre me ha sorprendido el exito de Flor y Canela que hizo que se la alargase. Ese tipo de telenovela usualmente no gusta ni a críticos ni a ratings.
En 1991, Edith interpreta otro personaje que va a ser el estereotipo que usará para secula seculorum; la ciega Natalia en en Carne propia. El hecho de ser Natalia invidente y que la novela sea un film Noir dónde la heroína esta en movimiento constante intentando esquivar los peligros que la acechan, hizo al personaje menos pesado y un poquito dinámico. En realidad Natalia es un símbolo ya que los personajes intensos son masculinos como el villano Octavio Muriel, el heroe-detective Leonardo, y el ayudante de villano Abigail
Aun tibia del triunfo de En Carne Propia, Edith filma quizás su mejor novela, Corazón Salvaje. No voy a deshacerme en elogios sobre el personaje de Mónica que no se hayan dicho. Como Palomo, Edith hizo una interpretación clásica, sin embargo fue la última de su vida (hasta el día de hoy que ni se ha muerto y como todo puede evolucionar).
Al revés de Palomo, Edith no ha seguido siendo Mónica (si fuera así yo mudo, porque era un personaje fascinante), pero prefirió volver a la niña con ojos inocentes y sensualidad ingenua que había interpretado en En Carne Propia. En La Sombra del Otro, novela que marca la decadencia de Carlos Olmos, Edith, en su papel de Lorna, re- interpreta a Natalia , pero sin defectos físicos, sin la vulnerabilidad de la orfandad, pobreza o traumas infantiles. La sigue La Jaula de Oro, un refrito de De Pura Sangre de María Zarattini. Zarattini reconstruyó completamente a la heroína convirtiéndola en un ser fascinante que a raíz de una violación en la infancia vive en un mundo de fantasía. Edith siguió interpretándolo como si fuese Natalia, desconociendo que hay traumas y traumas y que este personaje tenía facetas que ella ni se molestó en investigar.
Nunca te Olvidare también fue otro desacierto, el personaje de Esperanza era la hermana bastarda de la Julia de Cañaveral de pasiones. Edith pudo explotar ese parecido convertirrla también en un ser trágico víctima de los desaciertos ajenos. Pero prefirió seguir con una Natalia esta vez rural.

No Response to "Lo que entendemos por mal actor"