España veinte años enganchados al culebrón

Posted on 4/19/2010 by Ego


Por Carla Hernandez

"Luis Alfredo, Cristal es tu hermana". Un golpe de música ambiente y esas seis palabras, sobrecogedoras, hiriendo con una verdad a medias al protagonista –un joven Carlos Mata- y a una audiencia masiva y popular. No importó que aquella actriz venezolana de labios gloss tuviera que recitar la frase a la vez que, quizá, salvara su hombrera traviesa de una caída fatal, o que el cambio de plano provocara un salto de raccord y que el micrófono de pértiga arañara su moño cardado. Aquella escena de la serie Cristal supuso la consolidación en 1990 de un fenómeno televisivo que había comenzado tímidamente unos años atrás y que provocó una auténtica hecatombe en las parrillas, mediante dramas zurcidos por la pasión, la venganza, los hijos secretos y amores fatales entre heroínas modestas y ricos galanes.


Mientras España aprendía nuevas palabras pronunciadas con suave deje latino –chévere, chamo- o la nobleza de los nombres compuestos -César Augusto, María Elena-, los psicólogos se apresuraban a buscar una explicación para que millones de espectadores se congregaran cada sobremesa alrededor de la tele dejando cuotas de pantalla escandalosas. ¿Eran las telenovelas las fantasías eróticas con las que los hombres creían que soñaban las mujeres, como apostillaron algunos? ¿Residía su éxito en la capacidad para que el televidente pudiera evadirse de la realidad o, al contrario, para que se identificara con sus personajes? ¿Tal vez satisfacían el reclamo de los ciudadanos de a pie de conocer a gente más simple e irresoluta que ellos mismos?

Para Ignacio Jiménez Gargantilla, director de Adquisición de Programas en TVE, el vigor adictivo del llamado culebrón reside, todavía hoy, en reflejar sentimientos universales en una trama similar a la de los cuentos clásicos: "El amor de los personajes a primera vista, la envidia aderezada con enredo y pasión, así como el tema de la ‘Cenicienta’, aunque esté muy manido, enganchan desde el primer momento". De la misma opinión es Carlos Marta. El célebre protagonista de Cristal confiesa en una entrevista que el tema de "Romeo y Julieta es eterno".

Y no pasan de moda: prueba de ello son las alegrías que cada día reportan a La 1 la ficción colombiana Bella Calamidades y la mexicana En nombre del amor. Rara vez sus cuotas de audiencia bajan del 20% y ya han sido bautizadas por algunos medios como las series anti-Sálvame, es decir, capaces de atraer a más televidentes que el programa que conduce Jorge Javier Vázquez en Telecinco.

También Nora Mazizotti, experta argentina del género, incide en la importancia que las emociones y la presencia de héroes y villanos tienen en un culebrón, así como los juegos bipolares de imposibles: "La historia debe unir a un rico y a una pobre, a una negra y a un blanco". Los amantes tienen la obligación de ser nobles y buenos; los antagonistas, de ser bajos y crueles. La felicidad, que suele ir acompañada por el triunfo de la virtud, ha de reservarse "para el final".

Violencia, narcos y más sexo

Sin embargo, hoy las cosas no son como antes. Al menos, no del todo. La proliferación de productos de Colombia, por ejemplo, no es una casualidad. "Las telenovelas de Bogotá están de moda porque utilizan temas actuales como la violencia, las mafias o la corrupción política", explicó el presentador y escritor Boris Izaguirre en una conferencia el año pasado en Madrid. El público prefiere argumentos más "realistas" y un narcotraficante sin escrúpulos como El Duque –un bueno malo o un malo bueno, según se mire- puede ser el galán de una serie inspirada en el formato colombiano Sin tetas no hay paraíso y hacer vibrar los audímetros incluso de los hogares masculinos.

Tampoco el culebrón es ya "el único género televisivo en el que la chica permanece virgen 120 capítulos", como lo describió entre bromas el peruano Santiago Roncagiolo. El romanticismo pierde terreno en aras del erotismo y Jesús Fons, director de Gavilanes -un remake de Pasión de Gavilanes- que se estrena este lunes en Antena 3, confirma que las protagonistas de su ficción ya están "desfloradas". En la serie –que él distingue del culebrón por su periodicidad semanal en vez de diaria, su emisión en prime time en vez de en sobremesa y el despliegue de medios empleado- también se exhibirán los torsos desnudos de las tres estrellas masculinas (en la foto de la izquierda), aunque "con buen gusto y por exigencias del guión".

Algunos valores defendidos por las telenovelas clásicas también se han visto modificados y "en la actualidad es más duro y tremendo ser fea que hija sin padre conocido", señalan los expertos. Las heroínas, además, no tienen por qué ser princesas que esperan un salvador: pueden desarrollar un rol de talentosas empresarias, como Gaviota en Café con Aroma a Mujer y ser inteligentes.

Las telenovelas, ¿en crisis?

Pero si algo ha vuelto del revés al mercado de estas producciones televisivas de origen latinoamericano es el gusto de los países importadores de adaptarlos a su realidad en vez de emitir el formato original. Así, en su versión española, Betty la Fea (Yo soy Bea) ya había experimentado su primera relación sexual y en Sin Tetas no hay paraíso no había implantes de silicona. "Que los narcos regalen operaciones de estética a las chicas es habitual en Colombia, pero no en España", explicó la productora ejecutiva, Mundo Cortes, durante el inicio de la serie.

Los responsables de programación no quieren riegos y una adaptación no tiene tantos La explicación parece sencilla: "No puedes contar la misma historia porque no es el mismo país". Pero para Jesús Fons, hay otras connotaciones: "Los responsables de programación no se quieren arriesgar y una adaptación no tiene tantos riesgos". Incluso en los foros de Univisión se habla de crisis: "Hay un exceso de remakes y adaptaciones. Sólo se reciclan éxitos ya probados. No hay buenos libretos originales y falta talento", resume lordjc, uno de los habituales de los debates cibernéticos sobre el género.

FUENTE: www.20minutos.es

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